El Fachas
En la vida siempre se las ingeniaba para no hacer nada, alegando que no deseaba ensuciarse el atuendo. Yo siempre dudé si sus padres habrían sido marqueses o más bien vagabundos, pues todos los modos siempre estaba igual de puerco que los otros niños. La nana nunca le consintió su pose de dandy, pero el Fachas nunca cambió, ni de escuincle ni de adulto ni de fantasma. Lo prendido y enamorado no se lo quitamos ni tallándolo con piedra pómez. Se hizo tahúr profesional, embaucador, farol, payaso y exageradote. La mayoría de las veces, cuando abre la boca, nadie sabe de lo que está hablando. En el grupo canta. De repente toca lo que le pongas enfrente, aunque nomás por llamar la atención.
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