,,,,Empezó hace poco más de un mes.
Al principio eran cosas inocuas, cosas que notaba por casualidad: una pulsera en desuso, un clip específico, un solo cigarro, un post-it rayado.
Lento pero seguro comenzaron a cambiar de lugar cosas cada vez más obvias: un lápiz, un libro, mis anteojos, el bote de basura, sillas del comedor. Todo aparecía en el mismo lugar; todo aparecía frente al espejo del vestidor.
Ayer fue un jarrón; hoy, la impresora con todo y cables. Se ha vuelto rutina revisar la cómoda del espejo en las mañanas para regresar los objetos a su lugar.
Hoy, mientras me maquillaba —después de haber regresado la impresora a su lugar—, el lápiz de labios desapareció sin más de mi mano. Al principio no entendí lo que había pasado, ni que me habían dejado pintándome la boca con puro aire. Sólo me miré empalidecer en el espejo, el aire frío de repente.
Me puse de pie y caminé lentamente hacia el vestidor. Al abrir la puerta me recorrió un escalofrío; sobre la cómoda frente al espejo estaba, aún abierto, el lápiz labial rojo.
Sin embargo, lo que realmente aclaró cualquier duda acerca de la naturaleza del acontecimiento fueron las marcas en el espejo
[[> Inspeccionar marcas]]
[[> Huir]]No sé de dónde junto el valor para acercarme al espejo y verlo de frente. Las marcas resultan ser letras invertidas. Con trabajos, descifro "Necesitamos hablar". Me tardo un momento en procesar realmente lo que estoy viendo. Simplemente bajo la mirada para ver la punta achatada del labial. Vuelvo a mirar el mensaje en el espejo.
"Necesitamos hablar"
Salgo a paso constante, como si estuviera en alguna clase de trance. Simplemente tomo un trapo húmedo de la cocina y vuelvo; limpio el espejo con movimientos automáticos. Decido continuar con mi día como si nunca hubiera descubierto el espejo.
Termino con mi maquillaje —con un lápiz labial de diferente color— y simplemente salgo de casa para dirigirme a la oficina. Continuar con mi rutina de una manera normal.
Tal vez durante el día logré olvidarme de lo que sucedió esta mañana. Tal vez la comida logró aplacar el hormigueo nervioso de mi estómago. Tal vez el trabajo mantuvo mi mente ocupada y lejos de sucesos sobrenaturales. Todo eso no es de mucha utilidad cuando vuelvo a casa y abro la puerta del vestidor para dejar mi chamarra dentro.
El espejo está roto.
El labial rojo está sobre la cómoda.
Las letras son perfectamente legibles, en mayúsculas chuecas pero claras.
"TENEMOS QUE HABLAR"
[[> Gritar al vacío]]
[[> Deshacerse del espejo]]Sin preocuparme por averiguar de qué se tratan las marcas, salgo del vestidor y cierro la puerta con seguro, dejando el labial adentro. Estoy tan ciscada que olvido terminar de maquillarme; me dirijo a la oficina y no me doy cuenta de mi apariencia extraña hasta que veo mi reflejo en la ventana del coche al bajarme. Me arreglo como puedo e intento seguir con mi día.
Tal vez durante el día logré olvidarme de lo que sucedió esta mañana. Tal vez la comida logró aplacar el hormigueo nervioso de mi estómago. Tal vez el vaivén del trabajo mantuvo mi mente ocupada y lejos de sucesos sobrenaturales.
Todo eso no es de mucha utilidad cuando vuelvo a casa.
El espejo de la entrada, el de mi habitación, los de los baños, los pequeños de la cocina. Todos rotos. Todos con el mismo mensaje con letras mayúsculas invertidas en color rojo.
"IGNORARME NO TE VA A FUNCIONAR".
El espejo del vestidor no es exepción, rajado como una telaraña y con el labial rojo en el mismo sitio que en la mañana.
Descuelgo el espejo roto y lo arrastro hasta la puerta. Uno tras otro las paredes de mi casa quedan descubiertas. Uno a uno arrastro o lanzo cada espejo al patio de mi casa, sin importarme que el vidrio astille el suelo.
Cierro la puerta, aún respirando con dificultad y al borde del llanto.
Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón. Un mensaje de texto.
//"¿No entiendes?"//
[[> Deshacerte del celular]]
[[> Responder el mesaje]]—¡¿QUÉ QUIERES?!— No logro contener mi desesperación. Casi siento estarme ridiculizando cuando me doy cuenta de que grité en voz alta.
No pasa nada.
Obviamente.
Decido no quitar el espejo, con miedo de siquiera tocarlo, o de tomar el labial y taparlo para devolverlo a su lugar. Así que lo dejo ahí, roto y pintarrajeado, y salgo del vestidor.
El susto casi no me deja dormir. No entiendo qué sucede, no entiendo por qué el espejo, por qué el vestidor, por qué yo.
Durante la noche, tengo un sueño muy extraño.
La niebla lo cubre todo, la lluvia no es de mucha ayuda y sólamente hace que el pavimento se vuelva más resbaloso bajo las llantas de los coches.
Pedro y yo conducimos de vuelta a casa tras una visita a casa de sus padres en Cuernavaca. Pasamos un fin de semana muy agradable, pero ya bien adentrados en la carretera de regreso esta comenzó a oscurecerse de niebla, y poco después empezó a caer la lluvia. Vamos con cuidado, pero tranquilos; escuchando música y platicando sobre nuestro fin de semana. Yo manejo, Pedro cambia la música y trata de ver la calle al frente mientras nos reímos de algún chiste que contó su padre en la mañana.
Ninguno de los dos ve el camión en el espejo retrovisor antes de que se estampe contra nosotros, empujándonos en diagonal hacia el costado de la carretera, y volcándonos, haciéndonos rodar por el costado del cerro.
Me despierto, sudando. O llorando. O ambos. Es de día.
La lámpara de mi mesa de noche no está.
Un escalofrío me recorre cuando me incorporo y me dirijo a la puerta del vestidor. Con un suspiro, abro la puerta y entro.
El espejo está íntegro, sin un rayón ni una grieta a la vista. El lápiz labial está abierto, y en el espejo, un nuevo mensaje.
"hablar".
Espero no estar enloqueciendo cuando, tentativamente, comienzo a hablar al vacío de nuevo.
—¿Quién... Quién eres? ¿Por qué haces esto?
Nada.
Me sacudo el aturdimiento y tomo la lámpara, pero dejo el labial en donde está. Vuelvo a mi cuarto con más dudas que respuestas.
Cuando termino de conectar la lámpara en su lugar, suena mi celular. Un tono breve, un mensaje. Lo abro sin mirar y veo directamente el texto.
//"Necesito tu ayuda".//
[[> Contestar el mesaje]]
[[> Ignorar el mensaje]]Descuelgo el espejo roto y cierro la puerta con seguro. Lo arrastro hasta la puerta de la casa y lo echo como puedo al patio, sin importarme que el vidrio astille el suelo.
Me vuelvo y cierro la puerta, aún respirando con dificultad y al borde del llanto.
El espejo de la entrada, el de mi habitación, los de los baños, los pequeños de la cocina. Todos rotos. Todos con el mismo mensaje con letras mayúsculas invertidas en color rojo.
"IGNORARME NO TE VA A FUNCIONAR".
El labial rojo simplemente reposa en el suelo bajo uno de los espejos rajados.
Uno a uno todos mis espejos son retirados de sus monturas. Todos se unen al espejo del vestidor en el suelo del patio frente a la casa. Pilas de metal, madera y vidrios rotos.
Una vez que vuelvo a casa y me siento en un sillón, llorando y jadeando de desesperación, mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón. Un mensaje de texto.
"¿No entiendes?"
[[> Deshacerte del celular]]
[[> Contestar el mesaje]]Con los dedos temblando, apenas contesto al mensaje. "¿Qué quieres?"
"Ayuda", reitera el remitente.
"¿Ayuda con qué?" la extraña sucesión de caracteres en la parte superior de la pantalla al fin me saca a rastras del trance cuando envío el mensaje.
16R5U4I18Z15
¿Letras?
Un número de celular no tiene letras.
"Estoy... Atorado."
"¿Quién eres?"
Una pausa. El remitente no escribe. Me doy cuenta del silencio que se ha acurrucado en el aire.
"¿No soñaste conmigo anoche?"
Mi estómago acaba de anudarse.
Comienzan a llegar fotos. La pantalla de mi celular se oscurece con la aparición de árboles, trozos de metal, de caucho y de carne. Al pie de un cerro, una masa de metal es encontrada por locales y atendida. Fotos tomadas desde fuera, que muestran la carrocería blanca rayada por la caída y las ventanas estrelladas.
Fotos tomadas desde dentro. Fotos imposibles que sólo consisten de cabello, piel y sangre. Tal vez un trozo de asiento. Tal vez una bolsa de aire.
//"¿QUÉ ERES?"
"¿Tan fácil te has olvidado de mí?"
"¿POR QUÉ ESTÁS HACIENDO ESTO?"
"PORQUE NECESITO TU AYUDA, //CHÉRI//"//
El mundo deja de girar por un instante.
No puede ser real.
//"No siempre me dijiste la verdad." Un nuevo mensaje.
"¿Qué quieres?"
"No te molestes tanto en negarlo..."
"¿Negar qué?"
"Antes de que nos conocieramos tenías un hijo."//
No.
//"¿Qué edad tenía, cuatro? ¿cinco?"//
No.
//"Tu pareja anterior te abandonó poco despues de que naciera."//
No.
//"También fue en un coche, ¿no?
¿o fue en el metro?"//
No.
//"Todos te dijeron que no era tu culpa."//
No.
//"Pero no podías evitar sentirte mal."//
No.
//"Necesito tu ayuda."//
¿Cómo sabes eso?
¿Cómo te enteraste?
//"¿Por qué nunca me lo dijiste?"//
//"¿Cómo?"//
//"Estoy muerto, //chéri.//"//
Está muerto.
Se quedó al pie de aquel cerro. Dentro del auto. En una conversación. En un chiste.
//"No puedo."//
Apago el teléfono. Cuando me doy cuenta de que el calor en mis mejillas es ocasionado por lágrimas, volteo a ver el reloj. No sé en qué momento pasaron dos horas. Ni siquiera puedo intentar ir a trabajar a estas alturas.
Me quedo en cama, pensando.
El teléfono se enciende solo.
//"Sigo necesitando tu ayuda."//
[[> Ayudar a Pedro]]
[[> No ayudar a Pedro]]Dejo el celular en la mesa y me preparo para ir a trabajar.
Me visto, me pongo un poco de maquillaje (hoy el labial es rojo vino, muy al pesar de mi jefa) y trato de olvidarme de lo que está pasando. De los objetos, de los espejos, el celular y los mensajes. Debe haber una explicación lógica para todo: tendré que hablarlo con mi psiquiatra.
Salgo de mi cuarto y me detengo un momento en el espejo de la entrada para revisar mi maquillaje por última vez. Al voltear para seguir caminando, veo de reojo una mancha en el espejo. Me vuelvo y la veo. Podría ser jabón, o polvo, o un rayón. Me inclino y froto la mancha con el dedo para intentar limpiarla—
De repente el mundo comienza a girar. Es como si me arrebataran el suelo y comenzara a flotar sin sin dirección. Como si me comprimiera y me expandiera al mismo tiempo. Cierro con fuerza los ojos y sólo espero a que todo termine.
Todo se detiene y abro un ojo tentativamente. Quito la mano del espejo y miro el reflejo. Todo parece estar bien.
Realmente lo parece.
Pero hay algo que, al principio, no logro determinar con exactitud. Algo no está bien.
En un momento, lo entiendo.
Quito la mirada del espejo y veo a mi alrededor. La entrada de mi casa, la sala de estar, la entrada de la cocina.
Todo está al revés.
El sillón está donde debería estar la vitrina; la puerta del baño, donde debería estar una mesa; la ventana donde debería haber un trinchador.
Me marea mi ambiente, todo está mal, nada está en su lugar.
—Te dije que me ibas a ayudar de una u otra manera, //chéri//.
Me volteo y las llaves que tenía en la mano caen al suelo con un sonido metálico y seco. Saliendo de la cocina, con un vaso de agua en la mano, aparece Pedro.
Me quedo mirándolo. Es él, pero algo... hay algo que...
—¡Sorpresa! ¿Qué te parece? —da una vuelta— bastante mal, ¿eh?
Decir que luce demacrado no comenzaría a describir su apariencia. Su rostro es todo ojeras y rasgos rígidos y cadavéricos. Está flaco, pálido y tiene los ojos hundidos. Su cabello está completamente desarreglado y parece sucio. Está cubierto de moretones; su ropa está rasgada.
—En fin, siempre fuiste la persona más terca que conocí. Ahora tenemos que hacerlo por las malas.
Truena los dedos y aparece una silla. Me siento sin querer sentarme.
Él también acerca una silla y se sienta. Intento ponerme de pie, pero no lo logro.
—Muy bien. Te voy a explicar, —comienza a decir. Hay algo en su mirada. —Me vas a contar lo que pasó, y yo te voy a escuchar.
—¿Lo que pasó? —Su expresión se lee cada vez más irritada.
—Oh, ¡por favor! ¡Coopera conmigo! ¡Sé que no es exactamente lo más fácil que has hecho, pero de verdad necesito tu ayuda! —comienza a oirse una nota de desesperación en su voz.
—¿Sabes cuánto tiempo llevo aquí? ¿Sabes cuánto tiempo he estado intentando llamar tu atención sin poder salir ni hacer nada más que tomar agua y observarte? Eres mi único boleto de salida, así que vas. A contarme. Lo que pasó. Y yo. Te voy. A escuchar.
Estamos sentados en un auto. Yo al volante, él en el asiento del copiloto.
—¿O necesitas un incentivo más fuerte?
El golpe en el pecho.
Parpadeo. De nuevo estamos sentados frente al espejo.
Atrapados dentro.
Pedro está echado en la silla con la espalda en el asiento y las piernas colgadas sobre el respaldo. Con un movimiento extraño, su postura se reacomoda de maneras que no parecen naturales hasta que logra quedar sentado correctamente; con los ojos bien abiertos y el mentón recargado en las manos.
Un hilillo de sangre le escurre por la nariz.
—¿Cómo sucedió?
[[**//¿Volver al inicio?//**->Title Screen]]Lo pienso. Lo pienso por un minuto, o por cinco, o por una hora. Me tiro en la cama y pienso. Considero todo lo que ha pasado estos dos días, y el último mes. Me sigue calando la idea de que sea Pedro, mi pedro; y que sepa lo que quise olvidar tantos años.
No quise mentirle, no se lo quise ocultar.
Tampoco quería que me viera como homicida.
//"¿Qué necesitas?".
"Hablar contigo".//
Suspiro casi como por reflejo.
//"Estamos hablando".
"Cuéntame lo que pasó".//
No.
//"No creo poder".
"Cuéntame lo que pasó".
"Pedro".
"¿Me quieres ayudar o no?"//
No quiero recordarlo. No quiero revivirlo. Sólo de pensarlo oigo las llantas rechinar en el asfalto, Puedo sentir el cuero del volante en mis manos. Inmediatamente tomo un puñado de mi colcha. Intento concentrarme en la textura suave y casi líquida de la tela. Anclarme aquí, ahora.
//"Tenía cuatro años".//
Se lo cuento por texto, con la colcha apretada entre mis manos y música lo más alta que puede reproducir el celular. Música que no conocía entonces. Que no compartí con él.
Tenía cuatro años.
Lo recogí de la escuela.
Teníamos prisa, ni siquiera recuerdo por qué. Yo no tenía más de veintitres. Íbamos rápido; definitivamente más rápido de lo debido.
Él había insistido en no usar la silla. Decía que era incómoda, que lo apretaban los cinturones. Yo se lo permití.
Iba en el asiento de atrás, mientras manejábamos a unos ochenta kilómetros por hora, con un cinturón de seguridad que casi le llegaba al ombligo.
Cerca de una intersección, aceleré para intentar llegar al cruce antes de que cambiara el semáforo. No lo logré. Al último momento y a punto de pasarme el alto, vi un camión comenzando a dar la vuelta hacia nosotros. Frené el coche tan rápido que las llantas rechinaron. Nos detuvimos casi un segundo antes de que el camión pasara directamente frente a nosotros.
O al menos, se detuvo el coche.
Y el cinturón de seguridad no fue suficiente. Se quedó abrochado mientras el niño que debía asegurar se le escapaba y seguía, manteniendo la inercia del coche, directo hacia el parabrisas.
Es una estupidez que ni siquiera recuerde por qué tenía tanta prisa.
El agujero en el parabrisas y el camión detenido a media calle vuelven en destellos cortos.
En mi cuarto hay una cama. Una mesa de noche. No, no una ambulancia. Un chifonier, una televisión, un librero. ¿Vidrio roto? No... Creo que no. Hay un escritorio.
//"No tienes que contarme más si no puedes".
"¿Estás con él?"
"No."
"¿Sabes si está bien?"
"No."//
No sé si llorar, gritar, patear, lanzar el celular, o la lámpara, o buscar un puente y...
//"...No puedo 'ascender' antes de terminar con esto. Mencioné que estaba atorado ¿verdad?"
"¿'ascender'?
"Creo que... ahí es donde está. Alguien me lo tuvo que decir, después de todo".
"¿Qué quiere decir eso?"
"Creo que es como lo que llamamos 'descansar en paz'. No lo sé. Sólo sé que necesito hacer esto antes".
"¿Qué es 'esto'? ¿Qué más quieres de mí? ¿Cuánto más tienes que atormentarme por mis malas obras para poder pasar a lo siguiente?"
"...¿Atormentarte?"//
Al final, resulta, lloro, grito y pateo al mismo tiempo. Es demasiado, no puedo respirar, no puedo pensar, no puedo escribir un mensaje más para decir lo que tengo que decir. Intento enviar un mensaje de voz.
—¡Perdóname! ¡Perdóname, Pedro! ¡Perdóname, Ángel! ¡No puedo seguir sabiendo que los maté a los dos! ¡No quiero tener que recordar todos los días que sus vidas se acabaron en mis manos, que te mentí, que por mi culpa no hiciste tantas cosas, te perdiste de tanto!... —Mi voz se corta, se rompe, mi respiración es errática y grito, grito como si tuviera que alcanzar a Pedro hasta el más allá, como si Ángel pudiera escucharme, donde quiera que esté. Grito, y lloro, y sollozo, y me doblo de dolor, no puedo respirar, no puedo respirar, me duele el pecho, me duele la cabeza, me duelen los pulmones y el corazón y no me quiero morir. No me quiero morir. Me estoy muriendo, no quiero, no quiero, no qu
—//Chéri...//
Su voz es un recuerdo. "Respira conmigo, vamos a respirar juntos. 4-7-8, ¿te acuerdas? Inhala... Exhala".
Siento una mano en el hombro. Volteo. Nada.
No es parte del //flashback//, es diferente. Es un tacto frío, sí, y desconcertante... pero también reconfortante.
//"...¿Estás bien?".
"No."
"¿Estás mejor?".
"Sí."
"Te entiendo."//
¿Qué?
//"¿Qué?"
"Entiendo que no me lo hayas contado. Entiendo que hayas querido olvidarlo."//
No entiendo. ¿qué está diciendo? ¿por qué habla de entendimiento cuando acabo de confesarle que... que por mi culpa...
//"Nadie debería tener que pasar por eso. Y sí, tal vez sí tienes una parte de responsabilidad, pero... no puedes resentirte toda la vida. Han pasado diez años. Es momento de que te perdones."//
¿En qué momento pasaron diez años?
¿En qué año estamos?
//"Sé que no puedo hacerlo en tu lugar, pero... Quería decirte que está bien que no me lo hayas dicho. Respeto tu decisión, y no sé si te sirva de algo, pero... quiero decirte que yo te perdonaría. Tu deberías hacer lo mismo."
"Pedro..."
"Te perdono por nuestro accidente. Fue eso: Un accidente. No fue tu culpa. Sé que te sientes mal, como sé que te sientes mal todos los días por tu hijo, y sé que te sientes mal todos los días por no contarme sobre él. Sientes que me traicionaste a mí; sientes que lo traicionaste a él. Pero te perdono."//
Lo pienso un momento. Y otro. Y uno más. No sé que sentir. No sé si puedo sentir algo a estas alturas.
Tal vez debería ser agradecimiento, o alivio.
No sé qué es. Pero es una mejora.
Me cuesta trabajo escribirlo, pero al fin logro enviar el mensaje.
//"Gracias."//
✓✓ Visto, 16:11.
Me quedo viendo el celular hasta que la pantalla se apaga sola. Sigo llorando.
—Gracias.
[[**//¿Volver al inicio?//**->Title Screen]]No necesito pensarlo. No tengo idea en qué me estoy metiendo. No hay manera de que esto sea verdad. Todo esto es un delirio o una extorsión.
//"No."// Escribo simplemente y vuelvo a apagar el teléfono. Me quedo en la cama un momento y me seco las lágrimas. Recorro la mano a lo largo de mi colcha, intentando recolectarme; quedarme aquí y ahora.
El celular vuelve a encenderse sólo.
//"Y yo que pensé que ya habías entendido..."
"Déjame en paz".
"Supongo que no hay alternativa..."//
Todos los mensajes desaparecen y el celular se apaga.
Cuando intento encenderlo, indica "Batería baja".
Dejo el celular en la mesa y decido salir.
Me visto, me pongo un poco de maquillaje (hoy el labial es azul, ya que mi jefa no me puede decir nada) y trato de olvidarme de lo que está pasando. De los objetos, de los espejos, el celular y los mensajes. Debe haber una explicación lógica para todo: tendré que hablarlo con mi psiquiatra.
Salgo de mi cuarto y me detengo un momento en el espejo de la entrada para revisar mi maquillaje por última vez. Al voltear para seguir caminando, veo de reojo una mancha en el espejo. Me vuelvo y la veo. Podría ser jabón, o polvo, o un rayón. Me inclino y froto la mancha con el dedo para intentar limpiarla—
De repente el mundo comienza a girar. Es como si me arrebataran el suelo y comenzara a flotar sin sin dirección. Como si me comprimiera y me expandiera al mismo tiempo. Cierro con fuerza los ojos y sólo espero a que todo termine.
Todo se detiene y abro un ojo tentativamente. Quito la mano del espejo y miro el reflejo. Todo parece estar bien.
Realmente lo parece.
Pero hay algo que, al principio, no logro determinar con exactitud. Algo no está bien.
En un momento, lo entiendo.
Quito la mirada del espejo y veo a mi alrededor. La entrada de mi casa, la sala de estar, la entrada de la cocina.
Todo está al revés.
El sillón está donde debería estar la vitrina; la puerta del baño, donde debería estar una mesa; la ventana donde debería haber un trinchador.
Me marea mi ambiente, todo está mal, nada está en su lugar.
—Te dije que me ibas a ayudar de una u otra manera, //chéri//.
Me volteo y las llaves que tenía en la mano caen al suelo con un sonido metálico y seco. Saliendo de la cocina, con un vaso de agua en la mano, aparece Pedro.
Me quedo mirándolo. Es él, pero algo... hay algo que...
—¡Sorpresa! ¿Qué te parece? —da una vuelta— bastante mal, ¿eh?
Decir que luce demacrado no comenzaría a describir su apariencia. Su rostro es todo ojeras y rasgos rígidos y cadavéricos. Está flaco, pálido y tiene los ojos hundidos. Su cabello está completamente desarreglado y parece sucio. Está cubierto de moretones; su ropa está rasgada.
—En fin, siempre fuiste la persona más terca que conocí. Ahora tenemos que hacerlo por las malas.
Truena los dedos y aparece una silla. Me siento sin querer sentarme.
Él también acerca una silla y se sienta. Intento ponerme de pie, pero no lo logro.
—Muy bien. Te voy a explicar, —comienza a decir. Hay algo en su mirada. —Me vas a contar lo que pasó, y yo te voy a escuchar.
—¿Lo que pasó? —Su expresión se lee cada vez más irritada.
—Oh, ¡por favor! ¡Coopera conmigo! ¡Sé que no es exactamente lo más fácil que has hecho, pero de verdad necesito tu ayuda! —comienza a oirse una nota de desesperación en su voz.
—¿Sabes cuánto tiempo llevo aquí? ¿Sabes cuánto tiempo he estado intentando llamar tu atención sin poder salir ni hacer nada más que tomar agua y observarte? Eres mi único boleto de salida, así que vas. A contarme. Lo que pasó. Y yo. Te voy. A escuchar.
Estamos sentados en un auto. Yo al volante, él en el asiento del copiloto.
—¿O necesitas un incentivo más fuerte?
El golpe en el pecho.
Parpadeo. De nuevo estamos sentados frente al espejo.
Atrapados dentro.
Pedro está echado en la silla con la espalda en el asiento y las piernas colgadas sobre el respaldo. Con un movimiento extraño, su postura se reacomoda de maneras que no parecen naturales hasta que logra quedar sentado correctamente; con los ojos bien abiertos y el mentón recargado en las manos.
Un hilillo de sangre le escurre por la nariz.
—¿Cómo sucedió?
[[**//¿Volver al inicio?//**->Title Screen]]Inmediatamente lanzo el celular al suelo. Oigo cómo cruje el cristal al romperse, pero eso no me detiene. Lo piso, lo pateo, lo levanto para lanzarlo contra la pared. Me detengo un momento y observo la masa de metal, plástico y vidrio roto. Lo tomo y lo tiro a la basura.
En retrospectiva, tal vez no fue la mejor idea. No sé cómo voy a conseguir otro, y lo necesito para trabajar. Me dirijo a la computadora para enviar un e-mail a mi jefa explicándole la situación, pero entre más escribo, más me parece que suena como la excusa de una persona demente. Borro todo y me quedo mirando el escritorio un rato. No entiendo lo que pasa. No entiendo por qué los espejos, por qué el celular, por qué yo.
No sé cuánto tiempo pasa, ni cuántas veces siento un golpe en el pecho que no debería estar ahí, pero cuando logro salir de mi ensimismamiento ya no entra sol por la ventana. Cierro las cortinas. Casi me aseguro de apagar la computadora. [[Me voy a dormir.]]
Al día siguiente me despierta mi alarma, como todos los días.
Me volteo en la cama para apagar el celular, que suena sin cesar desde la mesa de noche.
Me tardo un par de segundos en darme cuenta de que algo no anda bien.
¿El celular estaba sonando?
Me levanto rápidamente. Después de deshacerme del leve mareo causado por la brusquedad del movimiento, miro el bote de basura. Vacío. El celular está en la mesa de noche, intacto.
Ni siquiera el rayón que solía tener la pantalla.
Como nuevo.
[[> Tomar celular->Tomar celular]]
[[> Tocar celular->Tomar celular]]
[[> Mirar celular->Tomar celular]]Sigo mirando el celular un momento y lo tomo de la mesa. Ni un rayón, ni un milímetro de pantalla estrellada, sólo el vidrio liso.
La alarma vuelve a sonar. El título "Buenos días" ocupa toda la pantalla.
La apago.
Vuelve a sonar.
"Buenos días".
Vuelvo a apagarla.
"Buenos días".
Vuelvo a apagarla.
"¿Ya vas entendiendo?"
Vuelvo a
Parpadeo un par de veces.
"¿Ya vas entendiendo?"
Apago la alarma.
**Un nuevo mensaje**
"Necesito. Tu. Ayuda."
Parpadeo y desbloqueo el celular. ahí está el mensaje, más claro que el agua.
[[> Responder el mesaje]]
[[> Ignorar el mensaje]]Con los dedos temblando, apenas contesto al mensaje. //"¿Qué quieres?"
"Ayuda"//, ofrece el remitente.
//"¿Ayuda con qué?"// la extraña sucesión de caracteres en la parte superior de la pantalla al fin me saca a rastras del trance cuando envío el mensaje.
16R5U4I18Z15
¿Letras?
Un número de celular no tiene letras.
//"Estoy... Atorado."
"¿Quién eres?"
"¿Necesitas que te lo recuerde?"//
Comienzan a llegar fotos. La pantalla de mi celular se oscurece con la aparición de árboles, trozos de metal, de caucho y de carne.
//Yo manejo, él cambia la música y habla del fin de semana que pasamos en casa de sus padres//
Al pie de un cerro, una masa de metal es encontrada por locales y atendida. Fotos tomadas desde fuera, que muestran la carrocería blanca rayada por la caída y las ventanas estrelladas.
//La niebla es densa y la lluvia, tupida. él cuenta chistes y yo río. Ambos tratamos sin mucho éxito de ver la carretera frente a nosotros//
Fotos tomadas desde dentro. Fotos imposibles que sólo consisten de cabello, piel y sangre. Tal vez un trozo de asiento. Tal vez una bolsa de aire.
//Ninguno de los dos ve el camión en el espejo retrovisor antes de que//
El golpe en el pecho.
El dolor de cabeza.
El mareo.
Las náuseas.
//"¿Quién eres?"
"¿Tan rápido te has olvidado de mí?"//
[[> "Déjame en paz" ]]
[[> "¿...Cómo sé que eres tú?"]]//"Me vas a ayudar de una manera o de otra. Estoy haciendo todo lo posible por que sea de la mejor posible, //chéri//. Eso es todo."//
[[> "Nunca te atrevas a volver a llamarme así"->> Ignorar el mensaje]]
[[> "Cómo me dijiste?"]]//"...Lo intuyes, //chéri//".//
El golpe en el pecho.
Me quedo mirando la pantalla del celular.
El golpe en el pecho. El acrílico roto.
//"Necesito tu ayuda"
"¿A qué te refieres con que estás... atorado?"
"Es difícil de explicar..."
"Pues piénsalo bien, Pedro".
"Ya veo que estamos en la misma página".
"No hasta que me digas exactamente a qué te refieres".
"Primero necesito que aceptes ayudarme".
"¿Sin saber en qué me estoy metiendo?"//
Veo que escribe un momento. Lo intenta varias veces, hasta que por fin el mensaje llega.
//""Puede que no sepamos a qué nos va a enfrentar la vida, pero sé que siempre estaré preparado si lo enfrentamos juntos""//
Fue hace seis años que dijo eso.
Hace seis años que me pidió que confiara a ciegas en él.
Hace seis años que decidí entregarle el resto de mi vida, intentar darle una segunda oportunidad al mundo.
//Y qué bien salió eso.//
El golpe en el pecho.
En el momento que me tardo en pensarlo, llega otro mensaje.
//"¿Por qué nunca me lo dijiste?"//
...¿Por qué?...
//"¿Decirte qué?"
"Antes de que nos conociéramos".//
No.
//"Ya sabes a qué me refiero ¿no?
¿Qué edad tenía? ¿cuatro? ¿cinco?"//
No.
No puede ser.
Tengo que estar malinterpretándolo.
//"¿Quién?"// los dedos me tiemblan al escribir.
//"Tu hijo"//
El acrílico roto.
//"Necesito tu ayuda".
"¿Cómo?"
"Estoy muerto, //chéri//".//
Está muerto.
Se quedó al pie de aquel cerro. Dentro del auto. En una conversación. En un chiste.
//"No puedo."//
Apago el teléfono. Cuando me doy cuenta de que el calor en mis mejillas es ocasionado por lágrimas, volteo a ver el reloj. No sé en qué momento pasaron dos horas. Ni siquiera puedo intentar ir a trabajar a estas alturas.
Me quedo en cama, pensando.
El teléfono se enciende solo.
//"Sigo necesitando tu ayuda."//
[[> Ayudar a Pedro]]
[[> No ayudar a Pedro]]"Ya comienzas a entender".
[["¿Cómo?"->> "¿...Cómo sé que eres tú?"]]<img src="https://live.staticflickr.com/65535/49041877166_74338e114c_z.jpg" width="600" height="463" alt="Espejos: Una historia interactiva de La Cosa Monstra. Por LAG.">
[[Créditos]]
[[Comenzar->1]]Historia y banner por: LAG
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